Nacimiento de Jesus


PALABRAS DEL EVANGELIO. NAVIDAD 20I2.


San Juan Evangelista nos dice en el prólogo de su Evangelio, unas palabras muy apropiadas para este día de la Navidad: "A cuantos lo recibieron por la fe, Cristo el Niño Dios, les otorgó poder ser hijos de Dios".

Estas palabras son la mejor noticia, el mejor regalo que en Navidad podemos tener. Ser hijos de Dios, no ser hijos de mal, sino hijos de Dios. Ante este regalo, ante esta felicitación, todo lo demás, es poca cosa, aunque buena.

Todo el prólogo, es decir, el principio del Evangelio de San Juan, nos explica el encuentro maravilloso entre Dios y el humano; estas palabras son un cántico maravilloso, donde se alaba el gran poder de Dios, un poder que no oprime, sino que eleva, da inmensa alegría, ganas de vivir haciendo el bien, ganas de ser discípulo de tan gran Maestro.

En el día de Navidad, hay que celebrar muy festivamente, con una alegría Única, la sublime realidad de que Dios se ha hecho humano como nosotros, esta singular noticia ha de ser la mejor palabra que podemos escuchar; a esta noticia hay que corresponder, no sólo con alegría, sino con una vida que busque la hermandad universal, el amor cristiano, la paz y la concordia entre todos y con todos.

Pero el Evangelio no oculta el lado negativo de la historia humana, pues aunque la luz brilla en las tinieblas, y aunque las tinieblas no recibieron esa luz, para los que con fe recibieron la luz personificada que es Jesús, les dio poder ser hijos de Dios.

Por eso siempre estarán en la vida los que con fe recibieron a Jesús: María, José, los pastorcitos esa noche y después al transcurso de la historia, todos los que han creído, hasta ahora que nosotros vemos esa luz y la recibimos como el gran regalo de la Navidad que nuestro buen Padre Dios nos donó a los creyentes.

Por eso la Madre Iglesia celebra la Navidad con muchas luces, por eso alumbramos nuestras casas y nuestras calles y nuestras plazas, por eso al árbol le ponemos luces, por eso ante el Sagrario siempre hay una luz, por eso en el Bautismo se nos dio una luz, por eso en la Primera Comunión usamos una vela, por eso las luces de la Liturgia, pues una luz ha brillado en las tinieblas y los que se acercan a esa luz son hijos de Dios.

Acogiendo a Cristo, Luz del mundo, podremos acoger a todos como hermanos, podremos acomodar nuestra vida a la vida de Jesús y no a una vida de tristeza y esclavitud, a una vida de esperanza y no de desilusión, a una vida de una fe que busca sin fin cantar con los ángeles: ¡Gloria a Dios en los cielos y paz en la tierra!

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