SANTA TERISITA DEL NIÑO JESUS

Santa Teresita

del Niño Jesús, Virgen.
 
Fiesta: 1ro de octubre.

La devoción a Santa Teresita del Niño Jesús se


ha esparcido de una manera impresionante a través de toda la Iglesia. Durante su corta vida, Teresita no sobresalió por encima de las otras monjas del convento de carmelitas en Lisieux.


pero inmedia tamente después de su muerte, muchos milagros y favores fueron concedidos


a través de su intercesión. La santa cumplió la promesa de hacer caer una lluvia de rosas después de su muerte, es decir, una lluvia de beneficios hacia todos los que la invocan. "Lo


que me impulsa a ir al Cielo es el pensamiento


de poder encender en amor de Dios una multitud de almas que le alabarán eternamente", decía Teresita. Su gran anhelo es que aquellos que la invocan amen a Dios con un amor abrasador.






Por medio de sus cartas, los testimonios de aquellos que la conocieron, y especialmente su autobiografía, "La Historia de un Alma", millones han llegado a conocer sus grandes dones y virtudes. Incontables peregrinos visitan el convento carmelita de Lisieux, donde, el 9 de


abril de 1888, María Francisca Teresa Martín,


la hija menor del relojero Luis Martín, se convirtió en la novicia más joven. Tenía sólo quince años. Estaban ya allí dos de sus hermanas: María,


La mayor, se había ido cuando Teresita tenía nueve años, y Paulina, que había cuidado de la familia después de morir su madre, entró cuando Teresita tenía catorce años. Impaciente por seguirlas, fue a Roma en una peregrinación con


su padre, y rompiendo la regla del silencio en presencia del Papa, le pidió permiso de entrar


al Carmelo a los quince años. "Entrarás si es la voluntad de Dios", le contestó el Papa León XIII,


y Teresita terminó la peregrinación con el espíritu lleno de esperanza. Al terminar el año, el permiso que anteriormente la había sido negado, le fue concedido por el obispo y Teresita entró al Carmelo.

 
Teresa había sido la hija preferida de su padre;


era tan alegre, atractiva y amable, que los dos sufrieron intensamente cuando llegó el momento de la separación. Pero no le cabía la menor duda de que ésa era su vocación y desde el principio


se determinó a ser santa. Aunque la salud de Teresita era muy delicada, no deseó ninguna dispensa de la austera regla y no le fue dada ninguna. Sufría intensamente por el frío y por


el cansancio de cumplir con algunas de las penitencias físicas y exteriores que la Regla acostumbraba. "Soy un alma muy pequeña, que sólo puede ofrecer cosas muy pequeñas a Nuestro Señor," dijo en una ocasión, "pero quiero buscar un camino nuevo hacia el cielo, muy corto, muy recto, un pequeño sendero…Estamos en la era


de los inventos. Me gustaría encontrar un elevador para ascender hasta Jesús, pues soy demasiado pequeña para subir los empinados escalones de la perfección…".

 
"Lo que me impulsa a ir al Cielo es el pensamiento de poder encender en amor de Dios una multitud de almas que le alabarán eternamente."


Su gran anhelo es que aquellos que la invocan amen a Dios con un amor abrasador.


La hermana Teresita de Lisieux murió el 30 de Septiembre de 1897. En junio de ese año había sido llevada a la enfermería del convento, padeciendo fuertes hemorragias, y no volvió a salir de allí. Tres de sus declaraciones, pronunciadas por ese tiempo, le han dado la vuelta al mundo y ningún comentario sobre la Florecita, por breve que fuera, estaría completo sin ellas: "Nunca he dado a Dios más que amor, y Él me pagará con amor. Después de mi muerte dejaré caer una lluvia de rosas." "Pasaré mi Cielo haciendo bien sobre la tierra." "Mi caminito es el camino de la infancia espiritual, el camino de la confianza y de la entrega absoluta."



Casi inmediatamente después de


su muerte, fueron tan numerosos


los milagros obtenidos por su intercesión, que la Santa Sede dispensó los acostumbrados cincuenta años que normalmente deben transcurrir antes que se inicie


el proceso de canonización. En 1922 fue solemnemente beatificada por el


Papa Pío XI, y dos años más tarde


fue canonizada Teresa de Lisieux.


Como una de las principales obligaciones de las carmelitas es


pedir por las misiones, no es extraño que, en 1927, Santa Teresita fuera nombrada Patrona celestial de todas las Misiones Extranjeras, junto con San Francisco Javier. Dijo Teresita: "Quisiera ser misionera ahora y siempre y en todas las misiones."


Lo mismo para los católicos que


para los no católicos, Teresita sigue dejando caer su lluvia de rosas, y los que son suficientemente prudentes para recoger los preciosos pétalos, se encuentran atraídos irresistiblemente hacia Jesús.

(La mayor parte de esta pequeña biografía ha sido extraída de "Nuestra Herencia Católica" tomo III, publicada por La Prensa Católica, México, 1973)






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