LA MISIÓN CONTINENTAL PARA UNA IGLESIA MISIONERA




I. UNA IGLESIA MISIONERA EN EL CONTINENTE



1.EL ESPÍRITU NOS IMPULSA A LA MISIÓN

El documento conclusivo de la V Conferencia de Aparecida, recordando el mandato del Señor de "ir y hacer discípulos entre todos los pueblos" , desea despertar un gran impulso misionero en la Iglesia en América Latina y El Caribe. Esta es, sin duda alguna, una de las principales conclusiones de ese gran encuentro eclesial. Este impulso misionero se puede desglosar en cuatro  consecuencias prácticas:



-aprovechar intensamente esta hora de gracia;

-implorar y vivir un nuevo Pentecostés en todas las comunidades cristianas;

-despertar la vocación y la acción misionera de los bautizados, y alentar todas las vocaciones y ministerios que el Espíritu da a los discípulos de Jesucristo en la comunión viva de la Iglesia.

-salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de "sentido", de verdad y amor, de alegría y de esperanza .
 
El Espíritu Santo nos precede en este camino misionero. Por eso confiamos que este testimonio de Buena Nueva constituya, a la vez, un impulso de renovación eclesial y de transformación de la sociedad.



2.NATURALEZA Y FINALIDAD DE LA MISIÓN


La misión es parte constitutiva de la identidad de la Iglesia llamada por el Señor a evangelizar a todos los pueblos. "Su razón de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios" . Por eso, la misión que se realice como fruto del encuentro de Aparecida debe, ante todo, animar la vocación misionera de los cristianos, fortaleciendo las raíces de su fe y despertando su responsabilidad para que todas las comunidades cristianas se pongan en estado de misión permanente.



Se trata de despertar en los cristianos la alegría y la fecundidad de ser discípulos de Jesucristo, celebrando con verdadero gozo el "estar-con-Él" y el "amar-como-Él" para ser enviados a la misión. "No podemos desaprovechar esta hora de gracia. ¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de "sentido", de verdad y amor, de alegría y de esperanza!" .



Así, la misión nos lleva a vivir el encuentro con Jesús como un dinamismo de conversión personal, pastoral y eclesial capaz de impulsar hacia la santidad y el apostolado a los bautizados, y de atraer a quienes han abandonado la Iglesia, a quienes están alejados del influjo del evangelio y a quienes aún no han experimentado el don de la fe.



Esta experiencia misionera abre un nuevo horizonte para la Iglesia de todo el continente que quiere "recomenzar desde Cristo" recorriendo junto a El un camino de maduración que nos capacite para ir al encuentro de toda persona, hablando el lenguaje cercano del testimonio, de la fraternidad, de la solidaridad.




 


 


 

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