BAUTISMO

EL BAUTISMO

Es un sacramento por el que lavándonos con el agua e invocando a la Santísima Trinidad, se nos borra el pecado original .
El bautismo, además de lavar el pecado original, perdona cualquier otro pecado personal que tuviere el que se bautiza , si recibe el bautismo después de tener uso de razón (con tal que tenga el debido arrepentimiento), y todas las penas debidas por ellos El bautismo nos introduce en la Iglesia haciéndonos cristianos, miembros de la Iglesia, hijos adoptivos de Dios y herederos del cielo . Por el bautismo nacemos a una nueva vida, la vida de la gracia, de la fe .
Como el bautismo es la puerta para entrar en la Iglesia, sin haber recibido el bautismo no se puede recibir válidamente ningún otro sacramento .
En los primeros años del cristianismo el bautismo se realizaba por inmersión del bautizando en una piscina. Pero ya a principios del siglo II La Didajé , ya en el siglo primero, habla del bautismo por infusión, derramando agua sobre la cabeza del bautizando .
Los Testigos de Jehová imponen el bautismo de inmersión (por medio del baño) considerando inválida toda otra forma, basados en que Cristo lo recibió así en el Jordán. Pero desde los primeros tiempos del cristianismo, en la Iglesia se empleó también el de ablución, como lo hace hoy la Iglesia. Si San Pablo bautizó en la cárcel al carcelero , no es probable que lo hiciera por inmersión. Lo mismo San Pedro cuando el día de Pentecostés bautizó a tres mil ; no es fácil fuera por inmersión. El catecismo más antiguo que se conoce, la «Didajé», escrito el año 70 de nuestra era, cuando todavía vivían muchísimos discípulos de Cristo , dice : «si no hay agua corriente, para bautizar se derrama agua tres veces en la cabeza».
Cuando un niño nace, debe ser bautizado enseguida , para que se le perdone el pecado original y quede hecho cristiano. La Comisión Vaticana para la Doctrina de la Fe afirma que sigue en todo su vigor la obligación de bautizar, «cuanto antes», a los niños nacidos de padres cristianos normales; si bien actualmente por el avance de la medicina y por haber disminuido mucho la mortalidad infantil, esa forma de «cuanto antes» puede entenderse con mayor amplitud . Pero privar voluntariamente a los niños durante largo tiempo de este sacramento puede ser un pecado grave . El actual Código de Derecho Canónico dice que los hijos deben bautizarse en las primeras semanas.
No es absolutamente cierto que puedan salvarse los niños que mueren sin bautismo. Como tampoco es absolutamente cierto que no puedan salvarse. Dios puede tener para salvarlos medios extraordinarios que nosotros desconocemos. Por eso la Iglesia tiene una misa para estos niños, confiándolos a la misericordia de Dios .
La misericordia de Dios nos hace confiar que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin bautismo .
Pero es claro que si en caso de enfermedad mortal se dispone de dos medicinas, una que cura y otra que no estamos seguros de que cura, todo el que tenga sentido común aplicará la primera. La existencia de limbo no es dogma de fe.
El limbo es el lugar o estado de los que han muerto sólo con el pecado original. No pueden entrar en el cielo; ni tampoco ir al infierno ni al purgatorio, pues no tienen pecados personales . El limbo es una conclusión teológica defendida hoy por casi todos los teólogos católicos .
Al bautizar a un niño conviene ponerle un nombre que no sea ajeno al sentir cristiano .
Estos nombres son los de Jesús, de la Santísima Virgen en sus principales advocaciones y devociones, y de los santos.
El patrocinio de un santo ofrece un modelo de caridad y asegura su intercesión .
Al hijo bautizado hay que educarle cristianamente con la palabra y con el ejemplo (rezar habitualmente en casa, ir a misa los domingos y fiestas de precepto, confesar con frecuencia, vivir la justicia social, cumplir las obligaciones profesionales, respetar los bienes ajenos, ser responsable en la vida pública y social, etc.); y cuando llegue al uso de razón debe preparársele bien a la Primera Comunión .
Para darle una buena formación cristiana conviene llevarlo a la catequesis parroquial , ponerlo en un colegio donde se le enseñe la Religión Católica, seguir de cerca la formación religiosa que recibe en el colegio, formarle rectamente la conciencia (descubrirle el valor del cumplimiento del deber, acostumbrarle a ayudar a los demás, hacerle ver que las cosas no son buenas o malas porque las hagan muchos o pocos, etc.)
Para ayudar a la educación cristiana del bautizado se eligen los padrinos que suplen a los padres, si éstos faltan. Para que puedan ejercer bien su cometido, deben llevar una vida congruente con la misión que van a asumir, no estar impedidos por el derecho de la Iglesia, tener conciencia de que su misión no es un mero trámite, sino que deben estar dispuestos a cumplirla honradamente; por lo cual deben ser católicos practicantes, aceptar la doctrina del Magisterio de la Iglesia, no militar en partidos políticos que tienen una ideología opuesta al Evangelio, realizar su trabajo profesional según criterios morales y no incompatibles con la enseñanza de la Iglesia Católica.
Privar a los hijos del bautismo y de la educación católica pensando que así se les deja con mayor libertad para que ellos elijan de mayores, es tan absuuuuuurdo como el no enseñarles ninguna lengua, para que así, de mayores puedan ellos elegir la lengua que prefieran. Lo lógico es que los padres transmitan a sus hijos todos los bienes que ellos tienen: educación, cultura, lengua y fe. Después, de mayores, cada cual hace suyo todo esto libremente o lo rechaza responsablemente. La inhibición de los padres en este punto puede después ser censurada por sus propios hijos.
Según documento de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el bautismo debe administrarse en la niñez, debiendo asegurarse una verdadera educación en la fe y en la vida cristiana . Si a un niño le tocara una gran herencia, los padres la aceptarían enseguida para que empiece a disfrutarla, y no esperarían a que fuera mayor. El bautismo vale más que la mayor de las herencias. Para hacer un gran favor a alguien no hay que pedirle permiso. A un niño se le vacuna sin pedirle permiso.
El encargado de bautizar es el párroco; pero, si hay peligro de que el niño muera antes de que llegue el sacerdote, debe bautizarlo cualquiera, hombre o mujer, aunque no sea católico, y aunque ni siquiera esté él mismo bautizado . Basta con que tenga uso de razón y quiera hacer lo que instituyó Cristo.
Para bautizar se derrama agua natural sobre la cabeza del niño, diciendo, con intención de bautizar: Yo te bautizo el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo . Las palabras se pronuncian al mismo tiempo que se derrama el agua. Ésta debe mojar la piel de la cabeza y correr por ella . A ser posible, delante de dos testigos. Con todo, si después el niño sale de peligro, hay que llevárselo al párroco, explicándole lo ocurrido, para que complete los requisitos que faltan.
Pero el bautismo sólo se puede recibir una vez, pues imprime carácter y deja el alma sellada para siempre.
Voy a añadir aquí algunas normas sobre el bautismo de urgencia .
Aunque no es frecuente que tenga que realizarse, pues en las clínicas suele haber gente que tiene mucha práctica en hacerlo, me basta que por darlas a conocer aquí pueda una persona más conseguir la gloria eterna. La Iglesia desea que se bauticen los fetos abortivos. Así lo manda en el Código de Derecho Canónico.
Cuando en un aborto se está cierto de que se trata de un ser humano vivo, se bautiza absolutamente según la fórmula que acabo de indicar.
Pero si hay duda, se hace bajo condición: «Si eres capaz...», «si vives...».
Especial dificultad presentan las molas o embriones. Para bautizarlos se pueden coger con las dos manos y con los dedos rasgar la envoltura que los rodea y sumergirlos en un recipiente con agua de modo que ésta toque todo el contenido, pronunciando la fórmula la misma persona que hace esta acción.
Cuando el feto presenta figura humana se bautiza la cabeza. Si presenta señales de vida, con la fórmula ordinaria. Si se duda de que viva, se hace bajo condición. Solamente en caso de cierta y plena corrupción se ha de omitir el bautismo. Si el feto tiene forma monstruosa debe bautizarse siempre, al menos bajo condición. Y si se duda de si es uno o varios, bautizar uno absolutamente y los otros bajo condición. Si es claro que se trata de varias personas unidas entre sí, se bautiza cada uno por separado.
Si por las dificultades del parto hay peligro de que el niño muera antes de salir, debe bautizarse en el seno materno; y si lo primero que sale es una mano o un pie, bautícese ahí, y después, si nace con vida, bautícese de nuevo en la cabeza, bajo condición. Y si la madre muere antes de que el niño nazca, el feto debe ser extraído por aquellos a quienes corresponda, y bautizado, absolutamente si ciertamente vive, o bajo condición si es dudoso que viva : no se olvide que el feto humano puede sobrevivir a la madre una o varias horas, según los casos .
El bautismo es necesario para salvarse . Pero en caso de imposibilidad, puede ser suplido por el bautismo de deseo, por lo menos implícito, el cual se contiene en un acto de sincero amor a Dios . Y es claro que el martirio es un acto excelente de amor a Dios .
¿Los que padecen la muerte a causa de la fe, los catecúmenos y todos los hombres que, bajo el impulso de la gracia, sin conocer la Iglesia, buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad, se salvan aunque no hayan recibido el bautismo.
La necesidad del bautismo para salvarse está claro en el Evangelio. Le dice Jesucristo a Nicodemo : «El que no naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios».
Pero desde los primeros siglos del cristianismo, en la Iglesia, se habla del bautismo de deseo ; pensando no sólo en los catecúmenos que morían antes de recibir el bautismo, sino también en todo hombre que, ignorando el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscaba la verdad y hacía la voluntad de Dios según él la conocía; pues se podía suponer que semejantes personas habrían deseado explícitamente el bautismo si hubiesen conocido su necesidad . El bautismo de deseo lo amplía hoy la Iglesia a todos los infieles que nunca faltaron a su conciencia y estuvieron siempre en disposición de hacer lo que Dios les pidiera.
Para éstos Dios tiene que tener el modo de que puedan salvarse.
Así opinaba Santo Tomás.
Los adultos que reciban el bautismo deben tener inteción de recibirlo.

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