¿CÓMO DESARROLLAR UN ENCUENTRO CATEQUÉTICO?
¿CÓMO DESARROLLAR UN ENCUENTRO CATEQUÉTICO?
Después de todo lo que hemos visto sobre una catequesis, según las directrices de nuestros Obispos en Puebla, podemos preguntar: ¿Cómo desarrollar concretamente un encuentro catequético?
1. Tal vez les llame la atención la palabra "encuentro" y no "clase". Hemos visto que toda la catequesis debe hacerse en la comunidad y llevar a la comunidad. Por tanto, el primer paso es hacer de nuestro propio grupo de catequizandos una comunidad. No vamos a dar una clase. Preparamos todo para que haya una verdadera vivencia comunitaria. La clase es para la escuela. El encuentro es para la comunidad.
En un encuentro anterior, vimos lo que caracteriza a la comunidad. Es la fe, la oración y el amor, la solidaridad. Formemos con nuestros catequizandos una comunidad donde se profundiza el mensaje, donde se hacen experiencias de oración y donde se llega a una vivencia de verdadera fraternidad.
Todo lo que sigue se aplica a cualquier tipo de catequesis, sea con la niñez, con la adolescencia, con jóvenes o gente adulta. El modo de actuar, el desarrollo, es el mismo. Sigue el método VER, JUZGAR, ACTUAR. Sin embargo, tendremos que adaptarlo a la edad del grupo.
Es importante para la comunidad que todos se conozcan, conozcan algo de la vida de los otros, sus problemas y dificultades. Debemos dar atención a los enfermos, a los que cumplen años. Ayudemos a los catequizandos a actuar no sólo a nivel de grupo, sino también en el barrio, en la escuela, en el trabajo.
No podemos perder nunca de vista la ligazón de la pequeña comunidad de los catequizandos con la comunidad mayor: la comunidad parroquial. No puede faltar la relación con otros grupos que actúan en aquella comunidad.
2. El encuentro catequético forma parte de un plan para determinado tiempo: un año, dos años, seis meses, según el tiempo en que se esté con el grupo. Una preparación para la Confirmación requerirá menos tiempo que una catequesis para niñas y niños, que exige más tiempo.
Un trabajo constante con los jóvenes pide una planificación para más tiempo que un encuentro ocasional en un fin de semana. Será conveniente hacer primero un plan global para el tiempo necesario, determinando los temas que deben entrar.
Hay muchos manuales que pueden ayudarnos, pero esto no tiene por que restar creatividad al equipo coordinador de la catequesis, porque las situaciones son diferentes según el lugar y la edad. Es imposible exigir que un plan sea completo.
Dentro de esta visión global, veamos cómo desarrollar cada encuentro catequético.
La preparación del encuentro catequético ha de hacerse con el debido tiempo y no a última hora. Lo mejor sería una preparación con los otros catequistas.
Al comienzo de cada encuentro es bueno preguntarse: ¿Qué queremos conseguir? ¿Cuál es el objetivo? ¿Cuál es la meta? Será siempre una actitud de vida, un modo de vivir en comunidad. Que las actitudes sean bien concretas para cada encuentro, como por ejemplo: gratitud, escucha, servicio, perdón, solidaridad, compromiso, etc.
Es importante que el mismo catequista interiorice y procure vivir el mensaje a transmitir.
3. El encuentro catequético puede tener el siguiente desarrollo (no es la única manera):
a) Punto de partida: la vida, los acontecimientos y situaciones, experiencias vividas por los catequizandos.
b) Por medio del diálogo, profundizar la experiencia, analizando causas, actitudes, etc.
c) Iluminar la vida con la Palabra de Dios. ¿Cómo ve Dios tal situación? Hágase una lectura de la Palabra de Dios.
d) ¿Cómo vamos a responder a la llamada de Dios? En el momento de la oración dará cada uno su respuesta.
e) Puede profundizarse el mensaje por medio de ciertas actividades fuera del encuentro: en casa, en la comunidad.
f) ¿Cómo vamos a vivir todo esto? Acordemos con los catequizandos que podemos hacer concretamente para vivir mejor en comunidad, y cómo vamos a celebrar la vida en la Liturgia.
A. Punto de partida
Tenemos que partir de la propia vida del catequizando, de los acontecimientos y hechos, de sus experiencias. Cada edad tiene sus problemas, preguntas, necesidades.
Si partimos de la realidad de nuestros catequizandos, ellos se sentirán motivados, porque van a reflexionar sobre algo que les toca de cerca, que les cuestiona o angustia. Si no unimos la catequesis con la vida concreta, el entusiasmo y el interés serán escasos.
Podemos usar murales que plantean un problema o una situación vivida. Es ameno dramatizar ciertos acontecimientos, hacer juegos que revelan una actitud de los participantes o llevan a una cierta experiencia. Podemos partir de un canto o de una narración. Lo importante es que esté siempre ligado a la realidad de los catequizándoos.
B. El diálogo
Analicemos los hechos y acontecimientos por medio del diálogo. Evitemos el "monólogo". No se trata de una "clase". No somos el "maestro" a quien hay que escuchar sin poder hacer comentarios. No. Es un reflexionar juntos. Hablemos con los catequizandos sobre sus experiencias, sus tazones, sus preguntas.
Busquemos juntos las causas y las consecuencias de los hechos. Analicemos las actitudes de las personas involucradas. Transmitamos el mensaje del Evangelio. Miremos la realidad con ojos de fe.
Tratando de la catequesis de niños, procuremos que el diálogo no sea demasiado largo. Para los pequeños puede durar unos 10 minutos. Para los mayores, 15 ó 20 minutos. Si es muy largo, desvían su atención y no asimilan nada.
Para la catequesis con la niñez, observen también:
• Usen un vocabulario sencillo, al alcance de los catequizandos. Si emplean palabras nuevas, expliquen primero su sentido.
• El tono de voz, la actitud del catequista, son muy importantes. Que sean de respeto ante la Palabra de Dios que va a transmitir.
• Propicien un ambiente que favorezca el diálogo. Pongan las sillas en círculo. Los catequizandos pueden sentarse en el suelo. Que el ambiente esté alegre, limpio, adornado con flores y carteles.
• Las preguntas que haga el catequista tienen que llevar a la reflexión. Las preguntas serán claras y no sólo dirigidas a los más inteligentes. Todos tienen que reflexionar y participar, inclusive los más tímidos y callados. Valoren siempre las respuestas.
Por medio del diálogo, el catequista da su "recado", transmite el mensaje de Dios.
C. Lectura de la Palabra de Dios
La parte del diálogo puede terminar con la lectura de la Palabra de Dios. Den atención a una buena lectura: pausada, clara, con buena entonación. Que la lectura no sea demasiado larga. Nadie logra mantener la atención durante mucho tiempo en una lectura.
D. La oración
Este es el momento propio para la oración. Se puede orar al comienzo del encuentro, pero el momento para una verdadera respuesta es ahora, después de escuchar el mensaje del Evangelio. Es el "sí" de los catequizandos a la llamada de Dios.
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