REFLEXION PARA CATEQUISTAS III
Un profeta que profetice
OBJETIVO: Tomar conciencia de la urgencia de vivir nuestro profetismo como cristianos en nuestra realidad.
Se necesita un profeta que no sea tedioso
Que sepa profetizar sin erguirse en único portavoz del Reino,
Que admita en la Iglesia la existencia de otros profetas
Que sepa la diferencia entre profecía y vaticinio
Que hable del futuro sin olvidar el presente ni el pasado
Que tenga el coraje de abrir la boca aún en contra del que lo patrocina
Que no confunda franqueza con mala educación
Que no piense que basta hablar en contra para salvar una situación
Que viva aquello que propone a los otros
Que sepa usar las manos para bendecir además de señalar con el dedo.
Que no salga por ahí buscando problemas contra los que hay que luchar
Que firme manifiestos en contra, pero que firme también otros a favor
Que sea honesto hasta el punto de ver el lado bueno de los adversarios
Que no coloque fuera del Evangelio al que no canta tonadas
en el mismo tono que él las canta,
Que no encierre la Palabra dentro de su bolsillo
Que no vuelva hermética la Palabra del Señor
Que profetice por palabra y no por murmullo
Que tenga la finura de morir a solas por aquello que predica,
sin lanzar a los incautos como presas para los perseguidores del profeta
Que admita que profecía no es sinónimo de infantilismo
Que no sea profeta de un solo libro o de una sola estación
Que profetice sin odio
Que profetice sin melosidad
Que profetice sin sarcasmo
Que profetice sin malicia
Que profetice con ternura, aún en las horas de severidad
Que hable un poco más de Jesucristo y un poco menos
de otros profetas de este tiempo
Que sepa también que los profetas prestan atención
Que entienda que no es la fama la que consagra al profeta
Así como tampoco la controversia la que lo confirma
Que sepa la diferencia entre popularidad y profecía
Que no confunda política con fe o credo
Que no cambie el incienso por la metralla
Que no cambie la verdad por el incienso
En fin, se necesita un profeta que a pesar de ser loco, sepa portarse con lucidez
Se necesita un profeta que rece, pero que no confunda brazos abiertos delante del tabernáculo con piedad
Se necesita un profeta con un sentido correcto de las dimensiones
Se necesita un profeta que no se vaya a esconder con Cristo en el Sagrario, ignorando su presencia en la población marginal
Se necesita un profeta que no tenga miedo, pero que no piense que basta provocar para convertirse en buen profeta
Se necesita un profeta que no sea un niño porfiado y caprichoso
Se necesita un profeta adulto, maduro, pero suficientemente rebelde como para no dejarse catalogar.
Que sepa profetizar sin erguirse en único portavoz del Reino,
Que admita en la Iglesia la existencia de otros profetas
Que sepa la diferencia entre profecía y vaticinio
Que hable del futuro sin olvidar el presente ni el pasado
Que tenga el coraje de abrir la boca aún en contra del que lo patrocina
Que no confunda franqueza con mala educación
Que no piense que basta hablar en contra para salvar una situación
Que viva aquello que propone a los otros
Que sepa usar las manos para bendecir además de señalar con el dedo.
Que no salga por ahí buscando problemas contra los que hay que luchar
Que firme manifiestos en contra, pero que firme también otros a favor
Que sea honesto hasta el punto de ver el lado bueno de los adversarios
Que no coloque fuera del Evangelio al que no canta tonadas
en el mismo tono que él las canta,
Que no encierre la Palabra dentro de su bolsillo
Que no vuelva hermética la Palabra del Señor
Que profetice por palabra y no por murmullo
Que tenga la finura de morir a solas por aquello que predica,
sin lanzar a los incautos como presas para los perseguidores del profeta
Que admita que profecía no es sinónimo de infantilismo
Que no sea profeta de un solo libro o de una sola estación
Que profetice sin odio
Que profetice sin melosidad
Que profetice sin sarcasmo
Que profetice sin malicia
Que profetice con ternura, aún en las horas de severidad
Que hable un poco más de Jesucristo y un poco menos
de otros profetas de este tiempo
Que sepa también que los profetas prestan atención
Que entienda que no es la fama la que consagra al profeta
Así como tampoco la controversia la que lo confirma
Que sepa la diferencia entre popularidad y profecía
Que no confunda política con fe o credo
Que no cambie el incienso por la metralla
Que no cambie la verdad por el incienso
En fin, se necesita un profeta que a pesar de ser loco, sepa portarse con lucidez
Se necesita un profeta que rece, pero que no confunda brazos abiertos delante del tabernáculo con piedad
Se necesita un profeta con un sentido correcto de las dimensiones
Se necesita un profeta que no se vaya a esconder con Cristo en el Sagrario, ignorando su presencia en la población marginal
Se necesita un profeta que no tenga miedo, pero que no piense que basta provocar para convertirse en buen profeta
Se necesita un profeta que no sea un niño porfiado y caprichoso
Se necesita un profeta adulto, maduro, pero suficientemente rebelde como para no dejarse catalogar.
¿Alguien se ofrece?
Preguntas para el diálogo:
-¿En qué te hace pensar esta reflexión?
-¿Qué frases te impactaron más? ¿Por qué?
-¿Cómo son los profetas que has conocido?
-¿Te sientes identificado con el profeta que aquí se describe? ¿Por qué?
-¿Por qué son importantes los profetas en una sociedad?
-¿Cómo puede un cristiano vivir su profetismo?
-¿En qué te hace pensar esta reflexión?
-¿Qué frases te impactaron más? ¿Por qué?
-¿Cómo son los profetas que has conocido?
-¿Te sientes identificado con el profeta que aquí se describe? ¿Por qué?
-¿Por qué son importantes los profetas en una sociedad?
-¿Cómo puede un cristiano vivir su profetismo?
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